tendencias de la vida digital y reflexiones personales de Jaime Estévez
No tuvo que observar a sus familiares dolientes antes de exhalar el último suspiro.
Nunca escuchó la naturaleza de su condena en la consulta del oncólogo.
No se tuvo que resignar a las molestias de la artritis.
Nunca llegó a celebrar sus bodas de oro.
No disfrutó del cariño de sus nietos ni sus biznietos.
Nunca pasó por la agridulce experiencia de la prejubilación.
No llegó a comprarse una casa en la playa aprovechando la acumulación de trienios.
Nunca se dio la vuelta al mundo.
No pudo celebrar su ascenso como resultado del trabajo bien hecho.
Nunca dio gracias por el milagro de la maternidad.
No llegó a casarse vestida de blanco.
Nunca celebró el ingreso de su primera nómina, ni su primer contrato.
No se emborrachó con sus compañeros tras obtener la licenciatura.
Nunca perdió los papeles durante el viaje fin de carrera.
No llegó a enamorarse de aquel profesor con el pico de oro.
Nunca pasó una noche en vela preparándose la selectividad.
No cambió diez veces de opinión antes de decantarse por ciencias o letras.
Nunca llegó a maldecir los tacones de aguja con lo que se sentía tan atractiva.
No recibió la felicitación de sus padres por aquella matrícula de honor.
Nunca lloró amargamente tras su primer desengaño amoroso.
No tuvo que fingir que pasaba la noche en casa de una amiga.
Nunca disfrutó del misterio desvelado de su primer beso.
No llegó a sentir el hormigueo en el estómago que le provocaba aquel chico de mirada penetrante.
Nunca tuvo que curarse las magulladuras de su primer accidente con el ciclomotor.
No se alarmó al despertarse manchada de rojo tras su primera menstruación.
Nunca se sintió coqueta vistiendo su primer sujetador, ni su primer bikini.
No experimentó nada especial durante su primer viaje en avión.
Nunca se divirtió chapoteando por primera vez en el mar.
No llegó a aferrarse a las faldas de su madre el primer día de colegio.
Nunca sufrió la desazón de comprobar como su nuevo hermano se convertía en el centro de atención.
No llegó a escribir sus primeras letras ni pronunciar sus primeras palabras.
Nunca anduvo ni siquiera, previamente, gateó.
Lo que sí hizo, al nacer el pasado 13 de julio, es darnos una infinita alegría a sus tíos y abuelos, a su padre y a su mamá, mi hermana.